Get me some strange (2014)

El 28 de diciembre de 2014 salió a la luz Get me some Strange, mi primer disco como DONJJ. Fue un proceso de apenas veinte días, pero en esos veinte días se jugó mi vida entera. No encontraba las palabras para terminar con mi primera novia, así que, como única salida, le escribí un disco entero. Al concluirlo tuve la fuerza que me faltaba. Recuerdo con claridad aquel día: estábamos en un parque, junto a la estación Anáhuac en San Nicolás, terminando nuestra relación. Yo le mostré las canciones, como si fueran mi despedida y mi explicación.

El disco nació de un choque entre mi propio universo y el primer álbum de The Voidz. Apenas unos meses antes había descubierto a The Strokes casi por accidente. En realidad yo escuchaba a Albert Hammond Jr., hasta que mi hermano me dijo: “¿Achis, no sabías que es el de The Strokes?”. Yo lo miré incrédulo: “¿Quiénes son esos?” Entonces me mostró Last Nite. Fue como un relámpago. Me obsesioné al instante. Cuando supe que Julian Casablancas lanzaría un disco nuevo, compré la preventa sin dudar.

Recuerdo aquel video de doce minutos donde Julian hablaba de Tyranny, con pequeños fragmentos del álbum. Me pareció tan increíble que intenté replicar esos pedacitos solo para escuchar más. Y cuando el disco finalmente salió, lo escuché una y otra vez, hasta el cansancio. Aún hoy, Human Sadness sigue siendo mi canción favorita de todos los tiempos.

En Get me some Strange yo quería sentir el rock. Primero hice los instrumentales, y después escribí las letras, imitando a The Strokes pero forzando notas raras, disonancias que me sonaban más a The Voidz. Con el tiempo entendí que eran escalas no diatónicas, y esa revelación me voló la cabeza: la música era infinita.

Ese disco también fue un parteaguas personal. Sentía que le estaba entregando demasiado a la música y muy poco a lo que yo pensaba que era mi destino: mi carrera audiovisual. Me pesaba la culpa, y en mi interior decidí que sería mi último disco. Pero el destino tenía otros planes. Once días después del lanzamiento, me enteré —por una etiqueta en Facebook— que habían programado la segunda canción del disco (Nite After Nite) en una radio de Inglaterra, en un pequeño pueblo. Lloré. Era la primera señal de que algo estaba ocurriendo, aunque yo no lo buscara de manera masiva o comercial. Fue un momento mágico, una confirmación silenciosa de que por mas pequeño que fuera al menos le gustaba a un par de personas.

Años después, una canción del disco llamada Kaleidoscope —que luego renombraría Tragic Memories— reapareció de la forma más inesperada: en un TikTok en Corea. Mi spotify pasó de veintitrés escuchas a ciento cincuenta en un solo día. Me reí. Así es la música: aparece donde menos lo imaginas y me volvio a dar un empujon de esos pequeños, en alguien acostumbrado al anonimato como yo.

Género: Garage Rock